(Éste texto mío se publicó en los medios el pasado mes de Febrero, pero os lo reproduzco aquí como muestra de lo difícil que es la libertad de expresión, sea para quien sea):
No sólo parece que el término de la libertad de expresión, en su comprensión más abstracta y amplia, parece estar en entredicho para algunos en éstos últimos días, si vemos lo ocurrido en los países musulmanes con esas caricaturas. No he visto casi ninguna, pero sólo con la descripción de una de ellas (el profeta Mahoma con un turbante-bomba) entiendo la ira de la gente.
No soy nada moralista, pero eso de unir una bomba con Mahoma como queriendo dar a entender que todos los musulmanes son en el fondo unos terroristas es algo insensato y ofensivo, además de torpe. Claro que los caricaturistas de Dinamarca responsables de ello (y su país y todos los productos "Made in Denmark" que están siendo boicoteados en aquellos países) no son los únicos crucificados éstos días: recientemente el actor gallego, residente en Catalunya, José Rubianes, en el programa "La Columna" de la televisión catalana dijo unas palabras que ciertos medios han tergiversado. Es cierto que Rubianes, con su sinceridad rayana en la insensatez habitual (recuerden cuando defendía en una entrevista que le gusta tener una relación fuera de su pareja y así se lo dice a ella, arriesgándose a que las mujeres le odien como odian a Paco Umbral por su misoginia), metió la pata como nunca.
Él pretendía criticar a la España negra de oyentes de la COPE y votantes del PP que hablaba del Estatut y Catalunya con odio y desprecio, además de criticar al Presidente de Extremadura cuando dijo que "Los catalanes se pueden meter el Estatut por donde les quepa", con su habitual modo de ser pueblerino. Por todo esto, en donde yo trabajo se le tiene ahora a José Rubianes como una especie de ogro comeniños, por no hablar de algo peor. Intenté matizar lo que dijo Rubianes, no para defenderle ni para justificar sus palabras, pero mi jefe, de manera insólitamente intransigente, me contestó: "Julián, yo le tengo mucho respeto a usted siempre, pero no me haga hablar. Le tengo respeto a usted, vuelvo a decirlo, pero respétenos también a nosotros". Comprendí que él hablaba en serio, no era ningún farol, y decidí hablar de otra cosa.
Desgraciadamente esto que aquí cuento como anécdota es habitual en mi trabajo y seguramente en otros sitios de España, hablar de ciertos temas con absoluto desconocimento de causa y absoluto desprecio al mismo tiempo, sobre todo si Catalunya está enmedio, ó incluso el Barí§a. Tengo que escuchar diariamente insultos contra Catalunya trufados de términos obscenos, cuando no blasfemos.
Curiosamente lo dicen unos señores que presumen de ser de derechas e incluso franquistas, cuando ésta gente, al menos los franquistas que conozco personalmente, presume de decente y de ir a la Iglesia. Si hacen todo esto, deberían cuidarse de no soltar blasfemias como las que tengo que oír un día sí y otro también, que hace años, si decíamos alguna, el cura nos mandaba rezar varios Padrenuestros, Rosarios y lo que hiciera falta para lavar aquella falta. Que todo ello, si llegase a oídos de catalanes como yo (e incluso de musulmanes, ya que a veces también se meten con ellos, por no citar a todo el mundo), provocaría manifestaciones de protesta similares.
Aun así, la gente que cito también tiene derecho a la libertad de expresión; lo que pasa es que no han recibido la educación adecuada ni tienen la suficiente cultura ni tampoco conocen cómo se hacen las cosas en el mundo, al menos en el mundo civilizado, no en la "Reserva Espiritual de Occidente" en la que algunos aun creen que viven. Si no, demuestran estar a la misma altura que ese siniestro personaje que es el Presidente de Irán, deformando éste desgraciado "affaire" como le da la gana para parecer el defensor auténtico del Islam.
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