Este finde he encadenado de casualidad tres estrenos españoles.
Zipi y Zape y el Club de la Canica: Es tan buena o tan mala como todos los xploits de Harry Potter que salieron durante la década pasada, ni más ni menos. Como el 95% de éstas es un aburrimiento intolerable para ser una de críos viviendo aventuras y resolviendo misterios pseudomágicos; y al mismo tiempo su diseño de producción no tiene absolutamente nada que envidiar al de sus homólogas made in USA. El resto son pésimos actores, tanto adultos como niños, y ni una mísera referencia al cómic de Escobar más allá de que estos dos niños (uno soñador e idealista, otro malote y rebelde, ¿?¿?¿?¿?) se llaman Zipi y Zape y son rubio y moreno. Creo que podíamos haber pedido una aparición de Pantuflo y Jaimita o de Don Minervo, o que los críos del internado tuvieran alguna reminiscencia de Peloto y compañía. Ir más allá habría sido una tontería, porque ¿a dónde van Zipi y Zape y su costumbrismo de postguerra hoy día? El que busque fidelidad al rancio estilo de Escobar que ni se moleste y se ponga los trozos menos surrealistas de la película de los ochenta (estas titis tan marchosas son mis colegas del alma y tal). Un 5.
Futbolín: Buena producción pero ningún esfuerzo más allá. En cierto modo Futbolín representa un insulto a la dignidad de los dibujos animados, puesto que si nos ponemos en situación tenemos a un director teóricamente respetado como Juan José Campanella que se degrada a dirigir animación y ve aceptable hacer lo que en acción real jamás haría: encadenar un topicazo tras otro, porque la animación no necesita más. Los mismos golpes de humor infantilones de siempre asolando una historia de superación de manual en la que hay que meter a presión un romance-porque-sí con una chica cuyo único rol es ser la chica. ¿Qué más da? ¡Si es para niños y los niños son tontos! No sé si inconscientemente o no, pero Campanella ha dirigido un producto basura, comida rápida como Gru o Tadeo Jones. Hay que reconocer que pese a todo esto la película mantienen un ritmo aceptable y es medianamente entretenida. A destacar el inesperado carisma de algunos de los muñequitos (el argentino) y un gran doblaje firmado por Eduardo en el que Claudio hace lo que mejor sabe (molar), Aldeguer ofrece algo distinto a lo que viene haciendo últimamente, Jenner padre se sale, Jenner hija no tanto y hasta se oye a Angulo por ahí. Arturo Valls aceptable sin más, y el tío que dobla al muñeco argentino genial. Un 6, demasiado generoso.
Tres bodas de más: No nos engañemos, es la misma comedia romántica que nos llega una y otra vez de Estados Unidos, igual de blandita y predecible y tan simpática como nos pille ese día, pero tiene una serie de virtudes que se desprenden del hecho de ser española. Una, que hay que tener en cuenta que Caldera está reproduciendo una serie de tópicos que en principio no deberían funcionar en una producción española, pero los conoce tan bien, está tan familiarizado con ellos, que sabe manejarlos con gran naturalidad y, al introducirlos en un contexto nuevo como es el de una comedia nacional, dan lugar a algo chispeante y en cierto modo original. Y a la inversa, estos tópicos se benefician del ritmo de una producción española, de un tempo interpretativo distinto al de los actores norteamericanos o de unos gags que se nutren de unos localismos diferentes. Es lo mismo que ofrecía Promoción Fantasma pero un poco más afinado. La película en sí es de 6 como mucho, pero Inma Cuesta vale un punto entero. Ella sola hace a la película mucho mejor de lo que es por sus propios méritos. Está excelente, divertidísima, imposible asumir que es su primer rol cómico puesto que da la impresión de llevar toda la vida haciéndolo. Cómo modula la sobreactuación en los momentos exactos, qué talento dando una réplica en la centésima precisa, qué capacidad para jugar con su patetismo sin caer en la estupidez. Es imposible no acordarse de Liz Lemon, el personaje por el que debería regirse todo rol femenino autodegradante, e Inma Cuesta ofrece un trabajo a la altura de lo que nos da Tina Fey. El resto del reparto es más irregular, estando mucho mejor las estrellas invitadas (Paco León, la tipa ésta de Homo Zapping) que los protagonistas masculinos, un Quim Gutiérrez descolocadísimo y un chavalín que aunque se esfuerza no logra actuar con naturalidad ni una sola vez. A Caldera le falta dar una vuelta de tuerca a estos tópicos y tener un poco de mala leche (algo que se deja entrever en el personaje de la hija de puta en silla de ruedas), porque si bien sus comedias tienen un toque especial y demuestran que conoce muy bien los entresijos de la comedia USA, necesita algo más para que sus películas sean realmente memorables, que persistan en el recuerdo e incluso aporten algo notable al panorama del cine español. Pues eso, un 7.
_________________ Miguel RosellóSi te interesa remotamente leerme hablar de canciones Disney, ésta es la cuenta de instagram a seguir.
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