(Vale, Cristian se me ha colado, pero sí, secundo su defensa de Arde Missisipi. La vi por primera vez hace quizá un año, y me gustó mucho.)
Anoche, en mi convalecencia (me ha salido un flemón tan grande que por el lado derecho parezco el Padrino) vi Hazme Reir, de Judd Apatow. Vi algún trozo por la tele hace años, pero aún así me ha sorprendido mucho. Es al mismo tiempo un homenaje muy completo al stand up comedy, un regalo para la propia familia de Apatow y un vehículo para que Adam Sandler demuestre... algo. En el factor Sandler, la situación es parecida a la de Carrey y Man On The Moon: está frente a un papel que prolonga su propia personalidad (en este caso, es prácticamente Sandler interpretando a Sandler) pero que paradójicamente presenta un reto interpretativo. Es el lado oscuro de Sandler, y aunque el hombre no hace la interpretación de su vida ni nada remotamente parecido a lo que consiguió Carrey con Kaufman, sí consigue ganarse algo de respeto. Seth Rogen tampoco está nada mal en un papel en el que en principio parecería escrito para cualquier otro, y Leslie Mann está como en su casa, tal vez porque son sus hijas reales las que vemos en la película y los vídeos de su carrera pasada y de las actuaciones de teatro de las niñas son sin duda los de la propia familia Apatow.
La película es, como siempre pasa con el puñetero Apatow, demasiado larga. Virgen a los 40 lo supera sencillamente siendo muy buena, pero ésta no lo es tanto y se resiente. Al menos no es Lío Embarazoso, la cual recuerdo como un bodrio insufrible y encima con las ínfulas de grandeza que traen de serio los metrajes interminables. Como suele ocurrir en la filmografía de Apatow son las idas y venidas de los personajes secundarios las que inflan el metraje más de lo debido (si obviamos la tendencia a la redundancia de los guiones de este tío). Y aunque no están nada mal, no están tan genialmente trazados como los compañeros de trabajo de Steve Carrell en Virgen a los 40. Concretamente, el retrato del personaje de Schwartzman es loable, ya que pese a ser un capullo por naturaleza no está tratado como un monigote de dibujos animados, y no deja de tener sus matices y su humanidad. Y aunque su función en la trama es distinta, se puede decir algo parecido del personaje de Eric Bana.
Hay una sensación continua de honestidad en la película, derivada de los ecos de la carrera y la vida real de los actores que interpretan a los personajes. La amargura implícita en lo que se nos cuenta no parece impostado, sino la consecuencia natural del hecho de que los actores estén muy probablemente rememorando puntos oscuros de sus trayectorias o de otros compañeros de profesión. Los aspectos más (relativamente) turbios del funcionamiento de la stand up comedy y de la relación entre profesionales está igualmente muy bien dibujada con un puñado de trazos certeros, y cuando termina te queda la sensación de que se te ha contado una historia desde el conocimiento y la autorreflexión, y sólo por eso la película ya merece la pena. Un 7.
Inciso doblajístico: No pensé que Graciela Molina pudiera funcionar tan bien con Aubrey Plaza. Hay un desfase de edad importante y sus matices interpretativos no podrían ser más diferentes, pero si Graciela imitase la cadencia única de Aubrey (la suya también es única) el resultado sería sorprendente.
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