Bueno, creo que ya me va tocando comentar un poco los dos mazacotes que se estrenaron este finde, invitando a cualquiera que también las haya visto a que cuente qué les ha parecido, que es muy fácil poner estrellitas sin más.
Después de escribir sobre Superman leeré todas las críticas que vaya encontrando por ahí, porque por ahora he preferido evitarlas todas y así asegurarme de que mientras me iba formando una opinión definida no tuviese influencias externas.
Es una película dispersa, muy muy dispersa, de ésas que alimentan la nociva creencia de que una película sólo tiene posibilidad de calificarse de trascendente si dura dos horas y media como mínimo. Todo el que la haya visto se habrá dado cuenta de que el guion completo puede resumirse en no más de cinco frases. Primero ocurre A, luego B, C, D y E. Muy sencillo, muy lineal, sin que esto sea algo malo. Pero lo que en hora y media podría haber sido una película de magnífico ritmo y dinamismo (porque recordemos, son cinco cosas), en dos horas y veinte se convierte en un festival de dilataciones intolerables y humo, muchísimo humo, porque evidentemente no hay tanta chicha para rellenar el metraje visiblemente impuesto. Reto a cualquiera a que trate de describir la fuerza filosófica de los interludios de épico talante y buscada intensidad dramática, los que dilatan la duración de la película. No se puede, porque basta un mínimo vistazo en profundidad para caer en que no tienen un verdadero objetivo, ni fondo ni nada. Es un espejismo. Morralla absolutamente vacua con un bonito y engañoso lazo de trascendencia. Y es que, si decides suprimir el factor de screwball comedy que nos brindaban las escenas en el Daily Planet y el constante tira y afloja de Clark y Lois (que no por nada constituían más de la mitad de lo que eran las primeras películas de Super), lo mínimo que puedes hacer es rellenar esos huecos con algo. Intenciones, discurso, retrato de personajes, algo, lo que sea. De este modo, la película se pierde en su propio apuro de no tener realmente nada que contar ni objetivos claros.
Henry Cavill, por lo tanto, tiene que conformarse con poner cara a un Superman de complejidad inexistente, cuya motivación para alzarse como el salvador de los humanos no es un sentido muy hondo de la responsabilidad, o un sentimiento de agradecimiento a los que le acogieron o cualquier otro impulso de fascinantes raíces, sino que lo hace porque el guion así lo dice. Tiene gracia que este acercamiento supuestamente introspectivo y analítico a la figura de Super no sea capaz de alcanzar ni una décima de la profundidad que algo tan lúdico y falto de pretensiones como el Superman de Donner conseguía con un par de pinceladas sencillas. Y es una lástima, porque Henry Cavill demuestra ser un Superman muy convincente, al menos a mí me gustó mucho. Es una lástima que se haya desaprovechado en una versión tan inane del personaje.
A su lado, o detrás, o delante, no estoy muy seguro porque no tengo ni idea de qué pinta en todo este fregado, Amy Adams pone la cara muy muy seria (apuesto que por contrato) confiando en maquillar así a una Lois tan descorazonadoramente plana como carente de carisma e intenciones claras, y desde luego narrativamente inútil más allá de un par de momentos que ni en un millón de años justificarían su presencia en la película. ¡Y aún así cuenta con un amago de historia de amor con Super tan forzado y salido de la nada como el de Thor y Natalie Portman! Los que odiaron a la Lois de Kate Bosworth deberían ser consecuentes y odiar aún más a este sucedáneo tan pobre.
Los aspectos positivos, aparte de Henry Cavill son dos. El primero es Michael Shannon, tan bien o mejor que Terrence Stamp. El Zod de Stamp es legendario (y un villano al que siempre he tenido mucho cariño), pero la versión de Shannon le da unas motivaciones imperialistas para con la Tierra distintas y menos caprichosas que le hacen mucho más interesante, menos "aleatoriamente malvado" que el Zod 1.0. El segundo, es, sorprendentemente, la dirección de Snyder. Atado bien corto por la Warner (se nota muchísimo), sustituye sus efectismos marca de la casa por un montaje muy seco y eficaz en las escenas de acción que supera con mucho la torpeza de Nolan en este mismo campo. Las luchas se ven un poco mermadas por lo digital, pero otras escenas como el derrape del autobús en el puente y su caída al río son sobresalientes, sorprendentemente certeras.
En resumen, El Hombre de Acero es una película que tiene un palo metido por el culo. Está almidonada y tiesa del todo, cuando lo que le vendría bien sería relajarse y no tener miedo de combinar lo lúdico con lo profundo. Aunque claro, para ser profundo o cualquier otra cosa antes debería decidir de qué coño quiere hablar, sobre todo si la idea es volver a crear desde cero un mito con tantas posibilidades como es Superman. Y lo malo es que ni siquiera podemos refugiarnos en lo entretenida que pueda llegar a ser, porque sólo lo es por momentos. A diferencia de los Batman de Nolan, que hasta en sus momentos más bajos (la tercera peli) eran condenadamente entretenidos, ésta película es un coñazo bastante importante por momentos. El prólogo es ciertamente largo hasta límites innecesarios, pero eh, eso sí era una pieza divertida e frenética, así que no voy a ser tan pedante como para censurarlo. En cambio el resto... ay. Un 5
Ya comentaré Monstruos U, que se me ha ido la mano con el Super.
_________________ Miguel RosellóSi te interesa remotamente leerme hablar de canciones Disney, ésta es la cuenta de instagram a seguir.
|