Como amenacé, anoche vi X Men, completamente ajeno a la Alesia (perdón, Alechia) de la Roja. Dicho mal y pronto, me pareció la peor de la saga, sin contar los Lobeznos.
Fijáos en lo que voy a decir, creo que su mayor problema es el orgullo de Brian Singer. La película dura dos horas y diez, y dos horas y diez tienes la sensación de que Singer está empeñado en demostrar que está aquí para poner orden, para convencernos de que por mucho que nos gustaran a todos lo de Matthew Vaughn eran niñerías fuera de lugar, para reivindicar el estilo de las dos primeras películas. Y un regreso al tono de los primeros X Men puede ser o no un paso atrás después de la renovación que trajo Vaughn, todo dependería de cómo se hacen las cosas. Pero un regreso como éste, a todas luces por las intenciones equivocadas, nunca va a funcionar. Singer no sabe, o incluso le desagrada, manejar las versiones de Magneto, Charles y Mística que imaginó Vaughn, y trata de forzarlos a actuar como verdaderas versiones jóvenes no sólo de sus homólogos de X Men y X Men 2, sino de las propias películas. Y este choque no se resuelve muy bien. En consecuencia, ese Magneto de Fassbender que irradiaba carisma, terror y encanto se convierte en un pelele que busca sin éxito su sitio en la trama y atraviesa los vaivenes éticos más forzados y torpes imaginables. Al nuevo Xavier le falta la vitalidad de su versión First Class, pero también la mística de Patrick Stewart. Jennifer Lawrence no estaba demasiado convincente en First Class, pero aquí lo tiene incluso más difícil, porque se tiene que meter en la piel de una Mística que ya es más Rebecca Romjin que Jennifer Lawrence, y no funciona. Eso pese a que su rol como mcguffin de la película aporta un elemento original a la estructura de las películas de la saga (o cualquiera de superhéroes). Luego está Hugh Jackman, que el pobre ya no da más de sí.
La película no llega a arrancar nunca, y si lo que hacía grande a First Class era precisamente la forma en la que abrazaba las convenciones y hasta las formas del cine de la época en la que se emplazaba, Días del Futuro Pasado hace justo lo contrario, y salvo en lo estrictamente necesario (vestuario y ambientación en general) reniega de su contexto y se convierte en una película de acción rodada con cámara impersonal, efectos especiales sobredimensionados, música rimbombante y apenas un rastro de personalidad. A Singer le interesa tan poco seguir la senda abierta por Vaugh que ni se curra unos créditos temáticos como la tremenda secuencia con la que First Class cierra; no, a él le gustan los letreros metalizados en tipografías de acción noventas total y las partituras neutras de John Ottman (que por cierto, ¿qué coño hace pluriempleado de montador?). Demos gracias a que el grueso de la trama transcurre en 1973 y podemos recrearnos en la falsísima ilusión de que las chupas, los bigotes, las botas de plástico y el careto de Nixon contagian a la película más de lo que realmente hacen, porque las secuencias situadas en el presente apocalíptico son El Mal, un infierno digital punkarra-mandarín que parece puesto en escena por Paul W. S. Anderson en un día malo y en el que hasta Halle Berry recuerda más a Grace Jones que a la guapísima Tormenta que fue un día.
Un fucking 6. Prefiero X Men 3, señor Brian Pedófilez. Y ahora que ya he rajado voy a leer vuestros comentarios deseando secretamente que no coincidamos en nada para ponerme a discutir con vosotros.
Ah, Cuesta está en plena forma el tío, como si jamás se hubiera ido.
_________________ Miguel RosellóSi te interesa remotamente leerme hablar de canciones Disney, ésta es la cuenta de instagram a seguir.
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