Mi programa navideño de ayer fue el siguiente:
Balto: Bastante mejor de lo que esperaba en vista de mis vagos recuerdos de niñez. Es muy básica y sigue el patrón de la película de dibujos animados estándar de los noventa a rajatabla, pasando por las obligaciones contractuales como los secundarios graciosos metidos a presión, el malo con motivaciones que ya-se-nos-irán-ocurriendo-sobre-el-camino-lo-importante-es-que-haya-un-malo y el interés amoroso que poco tiene que aportar. Y no sé si será por un cierto buen ritmo o porque se mantiene en una dimensión pequeña en vez de buscar ser desmesuradamente grande y lujosa, o porque sabe cuándo parar de imitar el modelo Disney (no hay canciones, por ejemplo) pero sale bien parada. No es el caso de...
La espada mágica: Ejem. De pequeño me gustaba. Ésta sí busca sin vergüenza ninguna ser una Anastasia de la vida (ser una Anastasia de la vida = hacer que todo el mundo crea que eres una película Disney y quedarte tan pancho), siguiendo al milímetro el patrón Disney y claro, fracasando patéticamente. Mención especial para a) las horrorosas canciones puestas sin gracia ninguna en los lugares más molestos, casi como si hubieran sido una decisión de última hora para una película que en principio no iba a llevar numeritos musicales, b) el odioso dragón de dos cabezas, epítome del secundario graciosete en su peor, peor, peor versión, con sus insoportables referencias anacrónicas a Elvis y Superman y el doblaje infernal de Gomaespuma para hacerlos más / aún menos graciosos, c) el estrafalario villano de la función, construido como un Frankenstein a partir de todos los topicazos más ruidosos de los malvados de dibujos animados, dotado de motivaciones de stock para tener algo que hacer en la película (eh, uh, yo quiero ser el rey), un diseño increíblemente grimoso, un rol que pasa aleatoriamente del villano serio al villano cómico de la forma más increíblemente torpe posible y todo el histrionismo que podía aportar en los noventa Gary Oldman. Lo cual era mucho. Pere Molina, por cierto, lo hace de putísima madre. Gracias a él la sobreactuación loca de Ruber merece la pena, y el tío hasta canta y baila. Bueno, no, solo canta. La verdad es que el doblaje
tanto de ésta como
el de Balto son una gozada, reliquias de una época maravillosa que desgraciadamente ya queda muy lejos.
Fievel y el nuevo mundo: Bastante floja en realidad. Don Bluth me desconcierta un poco, para ser un tío que conocía tan bien los entresijos de Disney casi nunca llegó a demostrar que supiera realmente cómo funciona una película de dibujos animados. Todas, incluidas NIMH y En busca del valle encantado, tienen en algún momento ese punto chocante del chiste en el sitio equivocado, la manipulación emocional que parece estar ahí porque el manual lo ordena, las decisiones de guion raras, de esa forma en la que incluso un niño (que se ha pasado la vida viendo dibujos) se da cuenta de que algo no funciona. Fievel está llena de estas mierdas. Por poner un ejemplo, Honorio S. Rata es la quintaesencia del villano mal utilizado a lo Bluth. Incluso cuando es obvio que Bluth no pretende que sea el peligro principal de la función sino uno de tantos elementos hostiles que encuentra Fievel en su contacto con el nuevo mundo, e incluso sabiendo que el propio Rata no es un personaje caprichosamente diseñado y representa una metáfora muy real, el pobre desgraciado está lo suficientemente mal utilizado para dar la impresión de que ni Bluth sabía cómo llenar de trama los ochenta y pico minutos que tenía por delante, así que se dedicó a buscar relleno y más relleno. En realidad Fievel y el Nuevo Mundo es casi un remake de Pinocho, pero sin ballena ni hada madrina. El punto fuerte de Bluth siempre fue la ambientación, y aquí es donde no falla. Pero por lo demás es un esfuerzo loable pero fallido en el que alguien pensó que sería una buena idea poner a la estatua de la Libertad guiñando un ojo. Whaaaaaa.
La ruta hacia el Dorado: Pues eso,
que me encanta, aunque deberían llamarlo Cheldorado.Los Teleñecos en Cuento de Navidad: Deliciosa, me encanta. No es mi adaptación preferida, creo que la de Robert Zemekis... naaaah, es broma, es la de Disney con el tío Gilito la que me parece un peldañito por encima. Pero ésta es una maravilla. Es ingeniosa, el reparto de Teleñecos es perfecto, Michael Caine es un Scrooge increíble y el espíritu de la novelita de Dickens está reproducido con una fidelidad asombrosa. Es la primera vez en mi vida que la veo con el doblaje de España y, salvo por la cosa rara de que para las canciones han dejado el doblaje latino, es puro placer. Es el clásico doblaje teleñequero con Arroyo, Padilla e Iñaki Crespo pero con el plus de que es un doblaje de los noventa, con el plus de todas las cosas bonitas que cabe esperar de un doblaje de Revilla de los noventa. Abraham Aguilar, Ángel Égido, Rafael Alonso, Eduardo Moreno... El propio Revilla hace un papelón, su Michael Caine es excelente.
Navidad con Charlie Brown: El especial de toda la vida, poco puedo decir de él que no se haya dicho ya.
Y tenía un par de películas más en la recámara, pero el día tiene las horas que tiene...