No se habla demasiado de él. Y, si se hace, tampoco es algo demasiado habitual. Pero yo quiero echarle un capote.
En primer lugar: MATRIX es una peli que ha marcado un antes y un después en el cine de ficción (si sale alguien y dice que lo de ficción lo digo yo, que no tengo ni puñetera idea, que hay otros mundos paralelos, cuelgo las botas, lo juro), pero muy pocos han valorado la labor de este tío, Mr. Óscar Barberán. Se ha hablado de Aura, pero muy poco de él. Y Barberán se echa a la chepa gran parte de la responsabilidad. Reeves/Barberán pasa casi desapercibido en la trama, en el ámbito escénico de la peli, entre tanto efecto y tanto argumento bien cuajado, y eso, desde el punto de vista del doblaje, siempre es bueno. Pasar desapercibido es de lo mejor que le puede pasar a un actor. Que la gente diga: \"Me encanta Keanu, es el boss, es un cabronazo\". Eso significa, señores, que hay un puente perfecto entre el espectador y el actor original, que no hay rechazo, que no existe filtro o barrera entre ambos.
En segundo lugar: NOVIEMBRE DULCE es de esas películas que uno no quiere ver porque sabe que va a ser un asqueroso pastelón. Sin embargo, hay sorpresa: la peli logra captar la atención del espectador y arrastrarle durante dos horas calle abajo. Nos atrapa con argumentos fatalistas, pero nos atrapa. Y tiene ternura, y humor con sutilezas, y el vecino gay es un personaje fantástico, bien diseñado, sin caer en lo fácil. Y Mr. Barberán, puñetas, está soberbio. Está pegado a la jeta y a los gestos de Keanu toda la película, ya sea en su faceta de yupi imbécil o en su lado más tierno y reprimido.
Ocurre también con Ben Affleck, aunque quizá no tan a lo bestia como con Reeves.
Pregunta: ¿Si no fuera Barberán, quién lo haría? No se aceptan tópicos.
Más: Óscar tiene frescura, desparpajo, fuerza, un perfil muy personal y matices de chulería y de personaje bronco que en muy pocos he escuchado. De hecho, en ocasiones arriesga tonos y texturas nada convencionales. A él, lo de sonar bonito lo trae al fresco.
