Voy a saltarme el debate JP por un momento para comentar Tomorrowland. Mentiría si dijera que no era la película de 2015 que más esperaba, y también mentiría si dijera que eso no me ha pasado factura. Tomorrowland es una buena película que me ha dejado frustrado por no ser una GRANDIOSA película. Y eso a su vez me frustra más, porque qué sentido tiene disfrutar de una película como de hecho he disfrutado Tomorrowland si al final te sumes en el lado amargo del asunto (alimentar al lobo malo, usando la alegoría de la película). Yo ya he dicho muchas veces que mi director actual favorito es Brad Bird, y eso en parte se debe a que es imposible pasar por alto lo enamorado que está de sus proyectos, incluso cuando se trata de encargos a priori desconcertantes como Misión Imposible IV. Es un enamorado del arte de hacer cine en todas sus vertientes, un enamorado de contar historias tanto sobre el papel como con la cámara. Esto no le hace infalible, pero es una gran ventaja en los traspiés. En manos de Brad Bird, una película que podría haber sido terrible es más que aceptable.
Tomorrowland me ha recordado terriblemente a esas comedias más o menos de ciencia ficción familiares que la Disney estrenaba a paladas durante los sesenta, tipo Un Sabio en las Nubes, Mi Marciano Favorito o Un gato del FBI (esta no es de cifi, pero tuyamentiende), con un buen empujón visual cortesía de las maravillas del siglo XXI. No creo que sea casualidad; la trama mira abiertamente a la misma era de optimismo por el futuro en el que se estrenaron todas estas películas. Y en esto va y extrae de este vínculo unas cuantas ideas mucho más interesantes de lo que cabría esperar de una fantasía escapista como ésta. Tomorrowland, sin ser en absoluto ciencia ficción, reflexiona de forma un tanto metalingüística sobre la dicotomía utopía/distopía inevitable en el género y enfrenta ambas caras en un plano práctico. En una maniobra deliberadamente rupturista con lo que nos ha dado el cine cifi reciente, Bird se sitúa claramente en el lado de la utopía al abrazar la fe absoluta en el progreso y la felicidad derivada de ello (exactamente como Interstellar), pero al mismo tiempo valida el otro enfoque, el pesimista y distópico. La película no usa términos explícitamente narrativos, claro, pero lo que viene a decir es básicamente que la epidemia distópica en la cifi nos la hemos buscado nosotros. Dentro de la historia el plantea se problema, claro está, como una cuestión de progreso global, pero creo que la idea final se refiere más a la pura ficción y la forma de abordarla que a un mensaje de calado social (no por ello el discurso de Hugh Laurie es menos sorprendente por su falta de rodeos). Me juego la mano de dibujar a que habrá una parte importante del público que haya calificado el mensaje de la película de ingenuo y casi irresponsable, pero sólo si paso por alto lo que creo que en realidad subyace en el fondo de lo que nos cuenta Bird. A fin de cuentas, el director da la espalda a los hechos, sólo legitima la opción de soñar despierto y sacar algo productivo de ello. En cualquier caso, viendo cómo se distribuye cada extremo de la discusión entre los personajes y cómo exponen éstos sus puntos de vista, creo que la película da para un debate muy interesante.
Pero no nos volvamos locos, Tomorrowland no es un tratado filosófico aunque sea un buen carburante para el debate. Es, como he dicho antes, una fantasía escapista de ésas a las que le va al pelo la acepción literal de la palabra "maravilloso". Las maravillas, lo más alucinante y cautivador que puedas imaginar, el futuro tal y como se entendía en las ferias de la tecnología de décadas atrás. La película habla del futuro, pero es nostálgica; he aquí una bonita contradicción aparente. Una serie de clichés bien utilizados, como el viejo sabio que se ha vuelto un ermitaño desencantado o los villanos misteriosos que quieren impedir el éxito de los buenos por motivos desconocidos, hacen que la película funcione durante las dos horazas y pico que dura (esto me sorprendió cuando miré el reloj a la salida, no parece tan larga ni de coña), pero por motivos que no alcanzo a identificar no agarra del todo un ritmo constante, y algunas escenas de libro que deberían funcionar sí o sí en un relato de éstas características, como la de la tienda de frikadas, no cuajan. Lo mejor, lo mejor de todo, es sin duda la chica protagonista. No sólo tiene un personaje genial que viene a ser algo así como la versión adolescente/joven adulta de Jessica Chastain que nunca llegamos a ver en Interstellar (es más lista que el hambre, impulsiva, enérgica y está en un balance perfecto entre el escepticismo y la fe sin concesiones, todo ello sin caer en el tópico del Personaje Femenino Fuerte e Independiente), sino que su interpretación es perfecta. Belén Rodríguez está muy bien, pero algo me dice que algo de la chispa de Britt Robertson se ha perdido por el camino. Quise ver ésta en VO, pero no pudo ser.
En resumen, que sin tener ni mucho menos la fuerza de cualquiera de las películas anteriores de Bird, ni siquiera de MI4, Tomorrowland es una película entretenidísima, un despliegue de efectos especiales y locuras tecnológicas que por obra y gracia de la buena mano y sabiduría visual de su director jamás abruma (¿cómo habrían rodado otros los "viajes" automáticos que se producen al tocar el pin?) y que supongo que sólo tiene que dejar un regusto a decepción si te agarras demasiado al trabajo anterior de Bird. No significa que no vaya a exigirle más en el futuro (y a Giacchino también), pero desde luego no voy a disimular lo que realmente pienso sólo para no quedar como una puta de un director que no es que me guste, es que me encanta.
_________________ Miguel RosellóSi te interesa remotamente leerme hablar de canciones Disney, ésta es la cuenta de instagram a seguir.
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